🥐🥖Teytal Viaje: PARÍS y sexo en Montmartre

🥐🥖Teytal Viaje: PARÍS y sexo en Montmartre

Lo reconozco este post es autocomplaciente, y vengo a presumir, no me lo tengáis en cuenta, soy alguien que no presume nunca pero permitidme este pequeño desliz (que no volverá a repetirse) porque no hace mucho yo era una persona que no estaba al cargo de un bebé y no ser padre es un periodo en nuestras vida que se echa de menos rápidamente. Entiéndase que ahora soy la persona más feliz del mundo, pero antes también y París fue mi último viaje pre padre.


París es una ciudad increíble, está en la lista que todos hacemos de ciudades que si o si tenemos que visitar al menos una vez y tan famosa que tiene hasta su propio síndrome, el síndrome de Paris. Es un trastorno psicológico transitorio que padecen sobre todo los japoneses, ya que estos tienen tan idealizada la ciudad que muchos al verla se decepcionan y caen en esa depresión o trastorno.

Desde mis ojos Paris es amplitud, majestuosidad y avenidas colosales, Haussmann hizo un buen trabajo en su recomposición en el siglo XIX, a base de expropiaciones, obreros muertos e injusticias pero buen trabajo arquitectónico. Las injusticias y expropiaciones fueron de la mano de Napoleón III, pero oye, ¿Cuándo un Napoleón ha sido considerado buena gente? antes de Haussmann París era una ciudad medieval sucia, sin luz y por ende sin higiene, el arquitecto diseñó lo que hoy conocemos.

 

Sexo parisino y piso barato

Correcto, antes de ser padre era poseedor de una vida sexual sana y frecuente y como todos tenemos ese lugar idílico donde lo hemos hecho, hoy sin que nadie me lo haya preguntado os traigo mi experiencia.

Paris hace dos años, Lucie tiene una amiga francesa escritora que tiene un piso precioso en Montmartre, a 5 minutos de las famosas escaleras que suben al templo y que por 50€ la noche nos lo dejaba, tened en cuenta que estamos en agosto y ese piso lo alquilaba por muchísimo más, que la escritora es solo su amiga, no tonta. Pues bien, una serie de casualidades empezaron a darse una de las noches y el final fue satisfactorio. Las vistas de la ventana de nuestra cama eran estas, que en la foto no se ve reflejado ni la mitad de su belleza pero os podéis hacer una idea, son los techos y cúpulas de Montmartre

Pues bien, una de las noches dejándonos llevar por no recuerdo si sidra o vino francés comenzamos lo que para mi pero seguramente y no para ella fuese esa vez que recordaré siempre, obviemos detalles innecesarios acaecidos en la cama y avancemos a cuando se acercaba el momento final, el chin pún de cualquier pasodoble que se precie, el descorchar del champán, el chupinazo de San Fermín, el Ding del microhondas, justo en ese momento, una procesión religiosa en plena plaza de Monmartre comenzó a cantar con un coro de monjes gregorianos una pieza con tonos medievales, sorprendido yo miré a la ventana a observar esas cúpulas iluminadas, mientras los monjes cantaban. No tuve ninguna revelación, no vi al señor pero lectores y lectoras, moló mucho, entendiéndose con moló mucho un resumen muy simplificado de sensaciones y pensamientos que mi léxico posiblemente se sintiese derrotado si intentase explicar.


Museos gratis.

Lucie, la otra parte de Teytal que no soy yo, tiene algo muy bueno y es que podríamos decir que me enamoré de su sonrisa, sus ojos, su inteligencia, su risa sincera y como suena (a día de hoy todavía me eriza la piel) pero que diablos, tiene una tienda de bombones lo que significa chocolate belga del bueno gratis y tiene un carnet de por vida como guía turístico que le da acceso gratis a museos, catedrales, monumentos y a veces acceso prioritario en la entrada. Y claro, ahora si, ¿cómo me iba yo a resistir a eso? me enamoré.

Somos de madrugar, de hecho nos solíamos levantar a las seis y media de manera natural para bajar al centro desde Montmartre donde teníamos el piso, lo cual era un buen paseo, pues a pesar de llegar con tiempo antes de la apertura en el Museo del Louvre ya había una larga cola que gracias a Lucie no hacíamos para entrar por una puerta lateral y yo comprar mi entrada una vez dentro, la verdad esto fue así en casi todos los museos y en alguno de ellos yo como su acompañante no pagaba. Lo bueno de este carnet es que no es solo para Francia si no para todo el mundo a sabiendas de que en algún país pues seguramente nos digan, una caca para ti.

En definitiva, siempre recordaré París como ese viaje idílico los dos solos antes de ser padres, donde teníamos libertad de movimiento, donde hacíamos lo que queríamos, donde descubrí a una cultureta que me explicaba cuadros y enseñaba los rincones de la ciudad en la que había sido profesora en un instituto.

Y como dije antes, hoy por primera y última vez vine a presumir de mi piso barato en París, de mi acceso gratis a museos y de mi sexo con canto de monjes gregorianos y me disculpo por ello.

Pronto otro blog de viaje absurdo carente de interés.

Saludos y tal.

0 comentarios

Dejar un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.